El éxito no se logra sólo con cualidades especiales. Es sobre todo un trabajo de constancia, de método y de organización.
Nuestras acciones hablan sobre nosotros tanto como nosotros sobre ellas.
La organización es adictiva y necesaria, el que carece de esta, la busca inconscientemente para mantener un equilibrio interno, y el que la tiene en sus principios, la aplica por el resto de su vida.
Premiar al mediocre y castigar al trabajador que vale la pena, es al arma incapaz de toda organización.
No hay secretos para el éxito. Este se alcanza preparándose, trabajando arduamente y aprendiendo del fracaso.
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